Que Begoña Villacís deje caer que acabará en el PP viene a ser como ese tacto rectal que no sabes cuándo, pero al final llegará. Es decir, todo lo contrario al espíritu de los huevos Kinder. Sorpresa, pues, ninguna. Sí que tiene su miga la cosa por la cantidad de veces y el énfasis que puso en decir todo lo contrario de lo que finalmente hará. Si te lo tomas a chufla, vas a Google y el descojono está asegurado.
Admito sin tapujos que estos casos me generan admiración. Uno al menos se tomaría una cuarentena para no salir a la calle y que, al agacharse a recoger el mojón de su perro, se le cayera la cara de vergüenza. Claro que, para eso, es altamente recomendable tener algo aunque sea en la reserva. Villacís supera con creces esta aludida admiración por esa justificación que ha urdido para allanarse el camino.
‘De resultas’ que baraja ser corriente interna del PP para salvar a Ciudadanos. Acabáramos. Ahora sí que sí. A estas alturas acaso solo quede por salvar los clips y los post it de alguna de las sedes de ese partido que iba a ser lo más de lo más. Lo cierto es que ha vuelto a sus orígenes. Albert Rivera lo promocionó posando en pelotas y así se ha quedado al cabo de los años. Y como fuera hace mucho frío, y más en este mes, Begoña como que se pira.
Por si tuviera poca guasa la coartada de doña Begoña (“quién te puso salvaora que poco te conocía, que cantara el mítico Caracol) hace nada y menos que se ha celebrado un congreso de su todavía partido. Se supone que sobró como recinto un ascensor dado el éxodo, pero, así y todo, alguna decisión se tomaría que Villacís se pasa por el arco de su ego y su apego al coche oficial ya que, sin cargo, el salto no lo va a dar. No hace falta Rappel para saberlo.
No hay nada nuevo bajo el sol, pero, por lo menos, si tan distintos iban a ser ustedes vosotros díganlo claramente. Igual un día la sinceridad se convierte en el mejor lema de campaña. O no.
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