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"Es la ética, estúpido"


Fue un asesor de Bill Clinton, de nombre James Carville, quien acuñara una frase tan versátil como celebérrima. Su “es la economía, estúpido” descolocó la estrategia del republicano Bush padre que seguía atrincherado en la política exterior como baluarte de su política. Los problemas cotidianos de las gentes están dentro. Y uno de los que más quebraderos comporta para millones de ciudadanos es llegar a fin de mes.


Ni Enrique Ossorio, ni su familia están entre esta holgada mayoría. Contar con un patrimonio de más de un millón de euros, tener un sueldo de cien mil al año y acogerte a un bono social orientado a familias vulnerables, es una golfada. Luego se podrán analizar las causas o las facilidades para perpetrarla, pero los gobiernos, por muy mal que lo hagan, y en este caso a la vista está que así ha sido, no están para gestionar la ética individual. Eso debe salir del individuo a poco que sea sensible a la sociedad en la que vive y no un mezquino y deleznable aprovechado como lo es este tipejo.


Al menos, se esperaría el arrepentimiento, como el mostrado por Mónica García, pese a ser casos muy distintos, pero no. Eso queda para la misa de doce del domingo y no por estas cosas que consideran tan naturales como es llevárselo muerto a cuenta del riñón ajeno.


A la derecha no le molesta que se gaste el dinero de todos siempre y cuando vaya a sus bolsillos. El formato es lo de menos. Ya sea en versión ‘mordida’ en los contratos o subvenciones a las que se acogen sin vergüenza alguna como es de aplastante lógica en quienes no la tienen

No queda ahí la tropelía. Como agravante no menor está la superlativa hipocresía de esta gentuza. Ossorio no veía pobres en Madrid. Ossorio, como ese deleznable equipo del que forma parte, ridiculiza las políticas sociales bajo calificativos como ‘paguitas’ o insulta a los desfavorecidos a quienes toma por subvencionados o mantenidos. Un ideario que no es óbice para que, si te lo ponen a huevo, trinques del dinero público.


A la derecha no le molesta que se gaste el dinero de todos siempre y cuando vaya a sus bolsillos. El formato es lo de menos. Ya sea en versión ‘mordida’ en los contratos o subvenciones a las que se acogen sin vergüenza alguna como es de aplastante lógica en quienes no la tienen.


Ha querido el destino que esta miserable actitud coincida con el alegato de Ayuso en defensa del hermanísimo. De dónde no hay no se puede sacar ¿Para qué perder el tiempo en argumentar, pese a la obviedad, que una cosa es la legalidad vigente y otra la ética exigible? Ese debate nunca hubiera sido objeto de un tuit del perro Pecas y, por tanto, queda fuera del intelecto de la presidenta.


Esta golfada, por sí sola, debería tener mayor eficacia que cualquier campaña electoral a la hora de introducir el voto en la urna. No será así. La esperanza y el optimismo son dos lujos que uno ya no tiene al alcance de la mano. Mientras tanto, solo queda el consuelo de clamar a Ossorio, por mucho que se la pele, “es la ética, estúpido”.



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