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Cumbre de la astracanada




Al calor de la astracanada montada por VOX y protagonizada por un señor nonagenario que, en su perfecto derecho, prefiere prestarse a ella que jugar a la petanca, ver obras o echar miguitas a las palomas, surge de nuevo la presunta necesidad de blanquearse -cual dentadura de yonki- del partido de ultraderecha. Algunos sesudos analistas dan por hecho que, con el recurso a Tamames, una figura controvertida, pero que se jugó el bigote por la democracia en tiempos duros, lo logra. Lo desconozco.


Solo cuestiono que tenga necesidad de ello ¿Alguien se cree que los votantes de VOX buscan que su formación se integre más en un sistema que, demostrado está, repudian? Algunos ni eso. De siempre he tenido para mí que el tal Abascal es un jeta orgánico desprendido de toda ideología que no sea trincar un sueldazo con la ley del mínimo esfuerzo. Que no digo, quede claro, que no sea un objetivo vital loable. Pero no con mis impuestos, por ponerle una pega.


Hasta conmueve imaginar el desgarro que tuvo que sentir cuando le quitaron el chiringuito que le montó la lideresa Aguirre para financiar con dinero público el magreo testicular de este sujeto. Solo a la altura de la canonjía de la que gozó otro ilustre estadista como Toni Cantó. Por cierto, casualidad o no, a los pocos meses de ficharle una TV tan cavernícola como residual, ya ha tenido que cerrar varias delegaciones. A Cantó, de ser británico, le contrata la BBC y acaban dedicándose a los vídeos de boda.


¿Alguien se cree que VOX va a perder una milésima de voto por clamar que hay que echar a patadas a los inmigrantes y ponerlo en un titular? Pues no por la sencilla razón de que quienes les apoyan sin fisuras lo harían ellos mismos

Superada esta digresión, la moción de censura no solo es disparatada, sino de una torpeza abismal a poco que el gobierno la aproveche. Hacer oídos sordos a las estupideces y centrarse en lo que de verdad importa a la ciudadanía se antoja una óptima opción. Tratar de convencer al hooligan es perder el tiempo.


En este contexto, la persistencia de determinada prensa izquierdista de estar a la que salta con VOX como si sus burradas hicieran mella en sus afines resulta entre conmovedora e irritante ¿Alguien se cree que VOX va a perder una milésima de voto por clamar que hay que echar a patadas a los inmigrantes y ponerlo en un titular? Pues no por la sencilla razón de que quienes les apoyan sin fisuras lo harían ellos mismos.


No son todos. Es decir, no se trata de tirar la toalla, pero sí de no malgastar más de lo necesario en la crítica, ni tan siquiera meter el dedo en las contradicciones ya expuestas de Tamames con el discurso de VOX. Don Ramón es muy, pero que muy pasado, aunque no tanto como el ideario de VOX, cierto es. Igual de lo que se trata es de convencer de que, pese al sainete del presente, todavía hay una oportunidad para escribir una buena obra de futuro. Nadie dijo que sea fácil. Eso también.

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